La oferta y la demanda son herramientas básicas en el mundo de los negocios, eso es una máxima inamovible y está clara. Ahora bien, en base a dibujitos o con prácticas poco o nada claras, es harina de otro costal.
Y voy al turrón, sin previos. No al concurso de bocetos. Ya está bien, hombre. Me parece trasnochado que alguien pueda decidir el monumento que plantará en el mes de marzo en base a un dibujo. Ay, el dibujo. El dibujo, el boceto, es lo más gracioso de todo el tema, ya que las comisiones que todavía realizan esta práctica piden con celeridad al artista un boceto para que lo vea la comisión. Y claro, así no hay quien proyecte con calma.
Hagamos un supuesto práctico. Digamos que llega un presidente, en el mejor de los casos, y pide a dos artistas un boceto para dirimir cuál será el elegido. El presupuesto rondaría los 18.000 euros. La parte que el fallero no ve es la siguiente. En uno de los casos, el artista engancha ese dibujo que tiene desde hace 15 años, catalogado para ese precio, le quita el polvo, lo mete en una carpeta enorme, porque el boceto está pintado en acuarela y es enorme, y lo lleva a la falla.
En el otro lado tenemos al artista, que hace un preboceto de la idea original y nueva, desarrolla algunas escenas adicionales por la premura de la petición, componen, piensa, llama a su bocetista para que le valore el boceto, lo paga, un folio impreso en color, y lo mete en una carpeta para llevarlo a la falla.
Gana el boceto grande en acuarela. ¿Por qué? Es que tiene más colorines y es más grande. ¿La falla? No, el boceto.
Esto es así y lo sabemos todos, pero año tras año caemos en el mismo pecado. Y ahora con la crisis es peor. He llegado a escuchar como justificación que mediante el concurso de bocetos se evita que el artista te engañe, porque mediante un boceto se sabe si lo que te plantarán se ajusta al dinero desembolsado por la comisión. Ajá. Arrea constipado.
El caso es que nos estamos equivocando de camino. Está claro que al final en el concurso siempre gana un artista, y que alguien será el que plante. Genial. Pero los otros se quedan con las falsas promesas de “tú tranquilo, que el tuyo será el elegido”, el dinero desembolsado en la elaboración del proyecto, porque los proyectos se pagan, y las oportunidad que se van perdiendo al no coger otras ofertas esperando que se concrete la promesa de que “el tuyo, será el tuyo, hombre”.
No, ya está bien. Amigos, se contratan artistas, no cromos. Los artistas falleros son un grupo de profesionales que saben lo que hacen. No están al servicio de las comisiones como para aguantar algunas veces, pocas pero los hay, desdenes y malas formas. Como la que me cuenta mi gran amigo Quino Puig y de la que fue recientemente testigo junto con el artista de Burriana Paco Borja. Según ha publicado Quino en su Facebook, el artista y la comisión se reúnen y “Paco es posa en marxa tot el que és necessari per a complir el que pacta. El president li comunica que divendres passat la comissió ha arribat un acord amb altre artista”. Él se pregunta “perquè es desplaça a un taller faller i fa que l’artista done uns passos i es gaste uns diners innecessaris” si ya lo tenían claro.
En fin, que opino que ya está bien de estas situaciones que ennegrecen algo tan bonito como el inicio del curso fallero.