Tengo yo un amigo óptico que se los llevaría calentitos si se dedicara a hacer lentes para algunos que cuando miran a las fallas padecen de daltonismo, ven colores que no son, y miopía, o lo que es lo mismo, que no ven nada.
Yo no sé si es que cuando ponemos un circo nos crecen los enanos, o que no tenemos mejor cosa que hacer que, además de estar siempre a la gresca entre nosotros encima tenemos que soportar los asedios a la bastilla de otros. Porque una cosa vaya por delante: en esto de las Fallas, dos no se ponen de acuerdo ni a la de tres. Si hay tres ya ni les cuento. La marimorena y canela fina en rama. Por ejemplo el tema de los jurados de falla… vale, señores, he dicho culo. Culo. No hablo de los jurados que entonces sí que se lía parda, sacamos las uñas y empezamos a medirnos aquello para ver quién la tiene más larga. Pero oye, es lo que tiene la fiesta. Y tan ricamente, porque nos comprendemos, nos miramos a los ojos, y nos reconocemos en el rostro de nuestro contrincante dialéctico. Porque el fuego nos hermana y nos hace sentirnos próximos. Porque entendemos que la nuestra es una fiesta muy grande, y que el patrimonio de la misma es, primero y principal, sus gentes, nosotros, sus protagonistas principales. Los falleros. Y la fiesta es sólo de los falleros, se demuestra de continuo y es una realidad.
Aquí es donde se abre la brecha en el espacio tiempo y aparecen los salvadores de la patria para arrancarnos de las fauces de ese Gran Hermano orwelliano que nos tiene sorbido el seso. Qué lástima que sea el seso.
Habló de la Coalició Compromís y del inmenso desconocimiento de la fiesta del que hacen gala en cada paso que dan. Y parece mentira, porque hay que ver la cantidad de grandes amigos, de amigos con mayúsculas, que tengo en las filas de esa coalición política, falleros d’arrel i soca, que saben, piensan y respiran en clave fallera. Amigos tristes por cierto con la actitud de su propia formación.
A vuelapluma lanzo unos ejemplos. Primero, la enérgica exigencia de Joan Ribó al respecto de dos de los cargos de la cúpula directiva y su cese ya que según el portavoz de la formación “la situación es insostenible”. La petición demuestra por una parte el citado desconocimiento que tiene el grupo sobre la fiesta de las Fallas, al tiempo que evidencia la búsqueda exhaustiva de colores políticos en todos los ámbitos festivos. Ellos ven colores y los confunden de una forma absolutamente demencial.
Pedir la destitución de Jorge Guarro por un asunto de ámbito laboral que no afecta al fallero en absoluto, y que se cese a José Luis Vaello, el nuevo secretario general de la Junta Central Fallera, al que se tildaba tal y como reflejaron los diarios, de “comisario político del PP”, a mi juicio, es no sólo una torpeza, sino un intento de politizar la fiesta más que evidente.
El segundo movimiento, como diría un amigo, “de manual político”, fue nombrar a Ortifus como jurado de la falla municipal, con el deseo de que algún día los políticos dejen de elegir la falla de todos los valencianos. Pero no politicemos la fiesta. No, qué va.
Tengo una amiga que dice que esto es lo único que han hecho bien, reconocer que no saben de Fallas y recurrir a los que saben. Pues mientras intenten poner remedio a la miopía fallera que padecen de esta forma, me parece bien.
Blog Fallero de las Fallas de Valencia
Daltonismo y miopía
- M. Andrés Zarapico
- Opinión