Escribo hoy, día 3 de mayo, día de la Libertad de Prensa. Paradojas personales, jamás he creído menos en esta expresión que en lo que va de siglo, por lo que representa su peso específico en tiempos de democracia, a no ser que se refiera a “pasar por el quiosco y comprar la publicación que te apetezca con toda libertad”.
Cuando la censura no dejaba el menor resquicio para mover ficha, presenciábamos como se retiraban carteles de los bastidores de las fallas, por hacer referencia crítica a personajes públicos más o menos de las inclinaciones de los políticos de turno. Digo de turno porque los políticos siempre están de paso, aunque algunos no se enteren.
Hasta aquí, que uno sepa, las consecuencias no llegaban más allá en responsabilidades jurídicas. Hoy es cierto que ya se tolera hasta que los monarcas aparezcan escenificados en los módulos de las fallas, presidentes, ediles y personajes públicos, nadie se libra de la crítica populosa, algunos hasta celebran su presencia por muy grotesca que se represente.
Pero ojo, cuidado con lo que se escribe, todo lo querellable es negocio para alguien, las demandas vuelan como las palomas mensajeras, aunque con el comunicado de comparecencia en la pata y con acuse de recibo.
En radio, prensa escrita y televisión, hay que andar de puntillas con lo que se redacta, como te pases lo más mínimo y cualquier letrado encuentre pábulo para sustentar sus apetencias, estás cazado y siempre con el honor por delante. Si le preguntásemos a cualquier litigado que perdió hasta las gafas por esa libertad mal entendida, posiblemente eligiera la angosta censura, sin togas ni advenimientos.
A ver, libertad de expresión, información, investigación, encuesta o difusión, caben. Ya lo dice la palabra “prensa” según el principio de Pascal, “presión ejercida sobre un fluido que se trasmite en todas direcciones”, y también según los diccionarios, “conjunto de las publicaciones diarias”.
Es por ello que conjugar la libertad adosada a prensa se preste a confusión y aquí caen los disolutos que luego se encuentran con la maraña de los enredos jurídicos.
Por si acaso este día me lo voy a tomar prensado, todo a la plancha, con libertad de elección y hasta donde cunda el bolsillo, no sea que...
Además y con toda libertad voy a hacer una quiniela y anotaré los signos que a mí me dé la gana, de paso me compraré unas onzas de democracia, eso sí con mucha mesura.
Nada más terminar este relato, cogeré la guitarra y me tomaré la libertad de tocar lo que me pase por la memoria, también con prudencia para que las quejas vecinales no se acentúen.
Y saldré a la calle con suprema libertad para mirar con descaro a todas las mujeres que circulen, eso sí de espaldas porque de cara podría tener problemas.
De las demás libertades perdonen, pero no me fío y si alguien me pregunta contestaré... ¿la abuela de quién?
Blog Fallero de las Fallas de Valencia
¿Libertad de qué...?
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