emilio-polo¡Cuánto nos tienta lo prohibido! Mordemos el anzuelo y luego nos encontramos con el grado de caos que destapa el fondo de los protagonismos desmesurados. Afanes de destacar sin un lastre de recursos que equilibren el devenir del medio plazo, que no es otro que el del ejercicio fallero inmediato. Preludio de déficits, derramas y escampadas.
Ahora nos hablan de deserciones masivas en comisiones de fallas de reconocida entidad, algo que se venía produciendo desde hace un lustro en colectivos de todo rango en el escalafón por presupuestos, sálvense las trápalas.
Comienzan a aparecer denuncias por impagos y tropelías con nombres y apellidos, cursadas en los juzgados de primera instancia y dependencias jurisconsultas de Junta Central Fallera. Se veía venir, ahora se recogen velas en determinados colectivos otrora desprendidos, se minimizan alardes antaño ventilados con soberbia y hasta se denuncian trampas, desvelando conductas presuntamente dudosas aireadas en cabeceras de prensa local reciente. (Las Provincias 17.05.2012 página 8). No escarmientan y eso que hay quienes lo saben manejar, pero cuidado, recuerden aquello de las barbas del vecino.
Melindres que afectados, ahora sí, por las mermas, enseñan los calzones que jamás hubieran exhibido en tiempo real. Tabúes que nunca destaparon sus verdades, henchidos de arrogancia por el fomento de una impúdica competencia.

 

Y ahora que...
Las fallas siempre se alimentaron de núcleos familiares, contagio de tendencias que a su vez se tradujeron en trifulcas internas, denteras solapadas y rancias vanidades, “caldo” de cultivo que mantiene candente la brasa de lo esencial.
Por mucho que se escriba, analice o divague sobre el calado de la fiesta, lo evidente es que cada colectivo es distinto de los demás, cada cual tienen sus peculiaridades, costumbres, incluso el diseño de sus tradiciones a la carta, de ahí la independencia más absoluta de la que goza cada comisión en sus actos, en sus cuentas y en su propio gobierno.
Por si alguien no tenía muy claras las diferencias entre sectores, agrupaciones, asociaciones, federaciones y liberados, ahora aparece una Unión del “Cap i Casal”, otra parida con más presidentes, directivos y solapas que pinchar. Nueva porción de una tarta vacua y harto manoseada. La última de la Interagrupación... “tolón, tolón”... y todo igual, pasarán las mismas candidatas.
Y aparecerán más recompensas como cada año, premios, homenajes, distinciones y oropeles de variados metales, seguro que justos y debatidos por jurados competentes.  
He aquí el sortilegio de nuestra fiesta, por eso ahora habrá que seguir superándose, aprovechar las rebajas y programar con tiempo, contar con los dedos si es preciso, con las cuentas diáfanas, porque las de la lechera como se ha podido comprobar fallan cuando se rompe el cántaro.