Es hora ya de bajarnos del guindo, amigos, e ir aceptando lo que todos sabemos pero queremos negar. No somos nadie. Digo los falleros, los que hacemos la que se supone que es la mejor fiesta del mundo. Es gracioso, porque hasta en la publicidad de cervezas se dice el “posiblemente”, pero nosotros, fieles a la hipérbole fallera y al “tot per l’aire” reincidimos en el pecado (venial) de decir que la nuestra es la mejor fiesta del mundo. Pues yo digo que no lo somos, yencima es porque no sabemos ni siquiera lo que somos.
En los últimos tiempos, controvertidos y complicados como pocos, los mástiles de las banderas que el fallerío enarbola son cada vez más altos y robustos. Nos erigimos en defensores de la ¿tradición? al manifestar que no queremos que nos cambien la cremà, nos posicionamos al sentido en el que soplan los vientos de la modernidad para pedir que se cambie, o quedamos en una indigna tierra de nadie en la que ni importa ni preocupa. No seré yo el que aquí se manifieste a favor o en contra del cambio; es que ese problema (porque es un problema) no es el que más preocupa a día de hoy. A mí lo que me escama y me indigna y hace que se me revuelvan las tripas es que, en la que se supone la Asamblea de Presidentes más importante de los últimos años, extraordinaria, convocada para hablar (no votar) sobre el cambio de fechas de la cremà, un 30% de los presidentes de falla, cerca de 110 comisiones, se ausenten del hemiciclo. Que no fueron. Que les daba completamente igual lo que pase con la fiesta. Que se la refanfinfla en grado superlativo. Bochornoso.
Lo que me preocupa y me tiene comida la moral es la subida del IVA. Y a este particular, una apreciación al respecto. Hay mucha gente que, cuando se protesta sobre la subida del IVA en las fallas te recuerda que ha subido en más cosas. Claro. Si no nos tienen en cuenta desde Madrid para lo bueno tampoco lo van a hacer para lo malo.
Por supuesto que han subido el IVA a más cosas, como por ejemplo a la cultura. Y en este caso el que suscribe arde de indignación ante el IVA cultural, el cual debería ser no reducido, sino superreducido. Pero el que les habla es, aquí y ahora, informador de fallas y fallero. Por ello no me resigno y grito en protesta del verdadero problema de las Fallas: No al 21% de IVA por la dignidad del monumento fallero.
Somos pequeñitos, y en Madrid, donde habrán recibido las solicitudes del Ayuntamiento, de JCF, de muchas juntas locales y de los gremios de artistas falleros, todavía están preguntándose “¿esto de las fallas a lo que le hemos subido el IVA qué es?”. El más avispado de la oficina les recordará que es “cuando queman muñecos en Valencia”. Y encogerán sus macilentos hombros, sobre los que descansa el destino del país. Que no van a reducir el IVA es la probabilidad más grande que tenemos, ¿pero por ello vamos a dejar de quejarnos? Que la falla es el centro, oigan, que es lo que nos da nombre, sentido, único, origen y destino, y como esto siga así dentro de unos años no podremos plantar nada. Hay que quejarse.
P.D.: Cuando no haya nada que plantar los que se comportan como sociedades gastronómicas en vez de fallas ya no tendrán excusas. Podrán decir “que se fastidie el artista” libremente. Pero hasta entonces deberían cambiar su nombre. No son fallas.