Cuando uno contempla la realidad y ve los excesos que se han cometido en los últimos años y sus consecuencias, que como siempre tienen el mismo pagano, “usease”, el ciudadano de a pie, la indignación te invade ante la impotencia de tener que seguir asumiéndolo todo y que los que la han hecho se vayan de rositas.
En las últimas semanas estamos viviendo la parte de esas consecuencias que le tocan de cerca a la sociedad valenciana y entre ellos al colectivo fallero. Todos somos conscientes de la pésima gestión que los gobiernos vienen realizando en los últimos años. Gobiernos de la nación y los de las distintas autonomías. Centrándonos en la nuestra, una de las más endeudadas, nos encontramos con que estamos asumiendo algo que viene de lejos y que ahora pretenden subsanar de inmediato.
Hace unos días, viendo el programa “Salvados” de laSexta, me encantó una entrevista hecha a Federico Mayor Zaragoza, ex secretario general de la UNESCO, en la que se refería a este problema, a la pésima gestión de gobiernos anteriores y la no mejor de los que están en este momento en el poder. Unos la hicieron y estos la rematan. El Sr. Mayor Zaragoza no entendía la sumisión que se le está procesando a las decisiones de un sólo gobierno ante los 27 que componen la Comunidad Europea. Resulta que hay 26 que no pintamos un pimiento y tan sólo uno, porque Francia ya ha claudicado, es el que nos impone los esfuerzos imposibles que, de seguir así, nadie puede augurarle un final halagüeño.
Refiriéndose a las deudas asumidas, una gran parte de ellas han sido caprichos de gobiernos, como alguna que otra del valenciano, y otras fueron en proyectos necesarios importantes que están dando sus frutos.
Ahí, en los caprichosos, deberían ser los que las han fomentado los que asumieran la deuda y no el resto de ciudadanos.
Es por ello que sería necesaria una reacción en cadena, y puesto que somos millones, bastaría un pasito de cada uno a fin de dar un gran salto y poner orden en este jeroglífico que tenemos los españoles y, por ende, los valencianos.
Entre esos valencianos está el colectivo fallero que, por necesidad del guión, las inversiones caprichosas, ahora pretenden arrebatarles lo que es suyo y asumir el incremento de un impuesto con el que sería muy difícil seguir viendo monumentos de calidad en nuestras plazas.
A mediados de mes tenía lugar una Asamblea Extraordinaria a fin de que el colectivo debatiera los pros y contras de este desaguisado, en la que también se intentó el votar a favor o en contra del cambio de fecha, lo que, por razones obvias de consulta con las comisiones, se pospuso unos días. La gran incógnita que en esta parcela ve el fallero no es otra que el si todo esto va a servir para algo, si el resultado negativo hará que el gobierno del Sr. Alberto Fabra lo respetara. Porque no es suficiente esa prórroga de un año, es necesario tener las cosas claras y así poder tomar las medidas oportunas a las que tiene opción el colectivo.
Porque si hacen caso omiso a los deseos de los falleros, si no se concede una exención a ese 21%, existen alternativas de oposición que tenemos claro que la gran mayoría está por la labor.
Tampoco entendemos como esos sectores beneficiados por nuestra fiesta se oponen radicalmente a colaborar con ella, y no me refiero a la limosna que vienen practicando, estamos hablando de compensación adecuada, pero no, o esconden la cabeza debajo del ala o se niegan en rotundo a aportar algunas migajas de su beneficio.
Personalmente estoy en contra de la subida, también lo estoy al cambio de fecha sin compensación, y todo ello porque la fiesta la pagan los falleros y ellos son los que deben decidir qué hacer con ella. Señores gobernantes o empresarios varios, páguenla y entonces decidan dónde y cuándo hacerla, mientras tanto respeten lo que hasta la fecha ningún gobierno ha dejado de respetar.