Y con una cuarta parte menos del movimiento económico que se nos impone, mal podremos crecer y multiplicarnos.
Es como si te cortaran un brazo o una pierna, seguirías viviendo pero ya nada será nunca igual.
Para ser más concretos, de cada 1.000 euros de los que disponemos para la falla, 174 vuelan con el impuesto sobre el valor añadido, el IVA que nos corroe.
Con el porcentaje anterior eran 75, que ya estaba bien. El aumento de 13 puntos nada menos, sobrecarga 100 más, es como para exaltar aquello de “manos arriba” con toda la razón del mundo. Una barbaridad infumable.
Que los ínclitos gobernantes nos expliquen qué valores se pueden añadir a unos productos que se lleva el fuego. Por que en los que consumimos ya pagamos por obligación el IVA cuando los compramos.
El 70/80% del coste de una falla se consumen en horas de trabajo, mano de obra, operarios, pintores, carpinteros y transporte, el resto 30/20% llamémosle valor añadido, son los materiales que se utilizan, madera, pinturas, cartón o corcho blanco -para entendernos- y complementos.
Lo justo sería aplicar el impuesto del valor añadido sobre las facturas de estos últimos productos sólidos y contrastables.
Es como si nos cargaran el IVA en las nóminas, además del IRPF (impuesto sobre la renta de las personas físicas) que ya soportamos, como todo el mundo, artistas falleros y sus plantillas incluidos.
Si con el 8% ya se penetraba en el oscuro epígrafe por cuanto se argumenta, la clavada al uso podría tratarse de un (AFFRA) atentado a los falleros físicos sobre sus rentas y ahorros. Las quejas, reclamaciones y llamadas de socorro no han servido para nada, la Hacienda Pública impenetrable, rocosa e incontestable, ha respondido con una negativa sobre seguro y con rotundidad.
Siempre con el “tal vez” por delante, lo cierto es que en las últimas visitas a algunos talleres donde se están construyendo las próximas fallas de 2013, los comentarios han sido desalentadores. Esta salida de tiesto la van a pagar los futuros contratos de operarios que, se harán ajustando los tiempos, por horas y bajo mínimos. La ausencia de personal ya se está notando.
Y siguiendo con el “tal vez”, este año no se note demasiado el bajón artístico, ya se verá, pero de seguir así, los negros nubarrones azotarán la economía del próximo ejercicio y sin lugar a dudas la grandeza de la que tanto presumimos se convertirá en un -ojalá que efímero- importante retroceso en volúmenes y calidades. Todo dependerá de la propuesta de los falleros por la falla en detrimento de otros gastos.
En algunos casos los fuegos de antaño ya se convirtieron en tracas de colores, las flores en envoltorios de papel con escaso contenido y las bandas de música en charangas de reducido número de instrumentistas.
Recientemente vengo escuchando en determinados corrillos del colectivo, que el próximo ejercicio los presidentes se lo van a pensar, vamos que las vacantes si no lo eran ya, serán motivo a considerar.
Y todo ello a tenor de que el contencioso de Azcárraga se archive sin cargos como todos esperamos.
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