Nunca pensé que habría tanto oro para vender, por si éramos pocos me han colocado dos nuevos locales uno en cada extremo de la calle, seguramente será que sin saberlo estaba rodeado de minas de tan preciado metal. Me cuentan que hubo quien fue a empeñar unas recompensas “amb fulles de llorer” y le enviaron a la chatarrería más cercana. ¿Será que desde que no se llevan tantas aleaciones en las chaquetillas de fallero, han brotado estos comercios como los verdes de la ministra saliente?
Por idéntico parangón, comisiones de falla de esta misma barriada fueron desapareciendo con los años, quizás trocaron el oro de su preciado historial, Juan Lloréns-Calixto III, Gabriel Miró-Palleter, Gandía-Aragón, San Vicente-Padre Jofré o Guillen de Castro-Maestro Palau, esta última creada por miembros entusiastas de ¡aquella! Sociedad Coral El Micalet, la que por desventura hoy -anti-valencianista, sin coral ni rondalla y tal vez sin merecer llevar el nombre de tan emblemática torre valenciana-, está dedicada hace años a otros menesteres por todos conocidos, afortunadamente en clara decadencia.
Años en los que se plantaban 150/160 fallas, entre ellas otra en apariencia pasiva, Ángel Guimerá-Pintor Vila Prades (182), hoy “Arrancapins”, al margen de concursos y concurrencias y con una filosofía muy particular, pese a que en sus mejores tiempos (década de los 70) se le registraron varios primeros premios de falla.
Volviendo a la actualidad, llama la atención la cantidad de debates, tertulias, coloquios y “converses”, que se convocan por entidades diversas y en diferentes foros, reuniones a las que acuden personas interesadas en los temas generales de la fiesta que se proponen, a veces con escasa concurrencia.
Aunque las conclusiones nunca lleguen a fraguar en la práctica, al menos se respiran ambientes sanos y se escuchan opiniones -no siempre juiciosas- que desprenden cierto desahogo en los planteamientos de los tertulianos. Además y a diferencia de otros desarrapados que se producen en los programas televisivos, en estos se respetan los turnos de palabras, sin griteríos ni discusiones banales.
Cierto que en estas páginas he cuestionado en ocasiones algunas intervenciones insulsas, manidas por reincidentes en sus contenidos y el que no se encuentren sugerencias de futuro en sus formularios, y eso que los falleros tenemos cierta reputación con lo de aguzar el ingenio.
El tiempo es oro y éste no se compra en los mostradores de las fachadas con letras negras y fondos amarillos tan al uso, valen la pena los debates, pero me temo que no se aprovechan porque no se citan a dignatarios de otras esferas como hace muy poco nos obsequió la comisión L’Antiga de Campanar, con catedráticos como Manuel Toharia y Millán Millán, tiempo útil el invertido en un coloquio para enmarcar.
Por mucho que se cotice el oro, mis medallitas de la yaya espero conservarlas, como me gustaría que se repitieran escenarios donde alimentar el motu personal, así como retener algo de lo mucho que se aprende en ellos.
No colecciono todas las convocatorias de esta índole, ya sé que hubo algunas más, sólo espero enterarme de otras próximas para no perdérmelas.
Blog Fallero de las Fallas de Valencia
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