El 11 de noviembre conocíamos un nuevo atropello a la cultura y la tradición valenciana. Una nueva estocada a la fiesta fallera, esa que dicen será declarada un día Patrimonio Inmaterial de la Humanidad, y mientras van declarando a otras sin percatarnos que no son las Fallas, se sigue estirando el filón propagandístico.
A lo que íbamos, el tro de bac y con CRE, exclusivamente para mayores de 18 años. Así de sencillo lo exponía el concejal de Fiestas y Cultura Popular. Curiosa apostilla esa de “Cultura Popular”, en breve sólo nos quedará lo de popular, y no se referirá a su origen latino de populus / gente.
Desde el Ministerio de Industria, el polémico artilugio, ese que lleva 21 años en la cuerda floja, atrincherado en moratorias que fueron mermando su consumo hasta poner en bandeja de plata aquello de que sólo lo encargan hoy en día media docena de fallas, recibía la puntilla definitiva.
En astracanada fallera, y lo de fallera viene por provenir de la Junta Central, se indicaba a las comisiones que dieran de baja a los menores inscritos en la macrodespertà para indicar las personas que los sustituirían. Ahora, presidentes, vayan ustedes y explíquenselo a los niños, pues ellos, como organizadores, desconocían la norma que aplicaría el ministerio. El mismo ministerio del que anunciaron que intercederían por la pirotecnia para lograr el permiso de fabricación tras el plante de Ricasa, quien ya avisaba este desacato. Para los infantiles no hubo anuncio público de intercesión.
Ahora vendrán la justificaciones, vendrán de nuevo a vendernos milongas, que si la Unión Europea, o que si la abuela fuma. El Ministerio de Industria ha puesto la puntilla a parte de nuestra cultura como es el tro de bac. Punto.
Un Ministerio que según anunciaba hace apenas un año el conseller de Gobernación a las comisiones falleras en Pechina, había escuchado a las instituciones valencianas en todas o casi todas sus peticiones respecto a las normativas a aplicar. Con el CRE estábamos todos salvados. ¡¡¡Aleluya!!! Hoy en día, todavía habrá iluminados del sector que lo defiendan. Allá cada uno con su conciencia, profesionales, o falleros que callan en pleno o asamblea, y luego despotrican en sus casales.
Como me daría a entender cierto asesor hace apenas unos días, debo ser muy poco inteligente en mis apreciaciones, pero yo esto no lo entiendo, ya que en apenas unos meses hemos pasado del “como presidente de JCF que soy, no voy por libre, soy vuestro representante”, o aquel sonoro “me debo y defiendo a los falleros”, a tener que pagar la peluquería con un 21% de resignación como justificante para el humillante ataque al eje central de la fiesta fallera, autodefinirse como “un humilde concejal”, y recitar un réquiem normativo al tro de bac sin despeinarse.
Al concejal le crecen los enanos, esto es indudable. Está asumiendo una herencia recibida que no le deseaba yo a nadie. Pero esto no puede ni debe eximirle, si en verdad es el representante de los falleros, para alzar la voz de una vez por todas y gritar ¡Basta ya! Demuéstrelo con hechos, y si es preciso, convierta la castrada macrodespertà en verdadera despertà, pero de concienciación, ante el brutal atropello que se está cometiendo contra la cultura y la tradición valenciana.
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