Sin duda que este año 2013 va a significar un antes y un después para el colectivo fallero. Esto no es nada nuevo, más bien es algo que venimos repitiendo con bastante asiduidad, pero a medida que pasa el tiempo y vamos observando las “perlas” que nos van cayendo, la realidad se nos vuelve mucho más negra.
Este ejercicio ha tenido un final de órdago con los sustos que desde todos los ámbitos nos han llovido. Nos faltaban las dichosas inspecciones por parte de la Unidad Recaudatoria que el Sr. Montoro dirige. “No es nada”, “Tan sólo es una forma de controlar a los proveedores”, “No va nada contra las fallas”. Estas y otras justificaciones nos han ido llegando para amansar la indignación colectiva. Lo bien cierto es que en tiempos difíciles no podemos esperar nada bueno, porque, entre otras cosas, la necesidad obliga a buscar donde no hay, y en las fallas nadie puede decir que no hay cuando se mueven esos presupuestos millonarios.
La vanagloria que lucimos con esos presupuestos de infarto, supongo, mucho tendrán que ver con las decisiones que se están tomando. Lo que no creo que quieran pensar, porque los obvian a simple vista, son los beneficios que ello supone. Cierto que nuestra fiesta es un pozo sin fondo capaz de generar trabajo y riqueza, que hemos sido capaces de mover masas ingentes que abarrotan la ciudad y consumen durante esos 19 días, que mueve la economía de la Comunidad de forma positiva, que origina centenares de puestos de trabajo; por ello, no acabamos de asimilar cómo no obtenemos beneficios que suelen conseguir empresas privadas que se establecen en cualquier zona geográfica y crean puestos de trabajo.
También es cierto que, hasta la fecha, han sido muchos los privilegios de que ha gozado el colectivo, la mano estaba cerrada y nadie ha ido más allá de lo que parecía una ley no escrita que nos hacía un tanto invulnerables. Pero la necesidad ha acabado, o está acabando con esos privilegios que tan a pulso se ha ganado el colectivo.
Ni que decir que no estamos en contra de la regularización, ya se ha hecho con el tema de la clasificación de casales, pero al igual que con esto último, que ha ido elaborándose con tiempo y estudio, aquí podría haberse hecho de forma similar. La inapropiada y a destiempo medida de la inspección en las fechas de la semana fallera ha sido una metedura
de pata por la forma. Y no lo digo yo, lo dicen los falleros y falleras y las propias autoridades municipales que se han visto sorprendidas cuando estábamos en plena petición de reducción del IVA en los monumentos.
Esperemos que la sangre no llegue al río y las cosas tomen su curso normal dando tiempo y ayudando a que las diferentes comisiones vayan adaptándose a la realidad y cumplan con sus deberes como cualquier hijo de vecino.
Cuando intentamos augurar un buen ejercicio 2014, lo cierto es que sólo somos capaces de desear y aventurar, pero la realidad no será así. Los monumentos serán más pequeños, los presupuestos bajarán escandalosamente, los talleres reducirán sus plantillas, algunos desaparecerán y otras parcelas se verán tocadas lo mismo que el resto de sectores que incluye nuestra fiesta.
Las diferencias entre las fallas van a ser mínimas, aunque muy pocas conseguirán un buen ritmo, lo que significa que las posibilidades de premios serán más generalizadas. La sección de plata tendrá muchos puntos interesantes, por ejemplo, si consiguen mantenerse unos presupuestos adecuados, y las siguientes en rango tomarán mucho más
protagonismo. Esa sería la parte buena, pero eso sí, si consiguen alcanzar los presupuestos adecuados.
Ante todo lo referido, sólo nos queda un ruego: Que Dios y el Sr. Montoro nos cojan confesados.
Blog Fallero de las Fallas de Valencia
2013, un antes y un después
- Braulio Torralba
- Opinión