La firma Realce es referencia obligada si hablamos del mundo de la posticería de valenciana. Son cerca de 35.000 mallas las que al año salen de sus instalaciones, de 800 metros cuadrados, donde se realizan más de 10.000 confecciones de moños cosidos. Y todo ello, de la mano de una docena de profesionales cuyo trabajo es sinónimo de calidad.

Tal y como afirman los responsables de Realce, “los talleres donde se confeccionan las mallas artesanales que lucen las falleras están funcionando durante todo el año para poder abastecer toda la demanda existente en la Comunidad Valenciana. Pero es especialmente desde septiembre hasta marzo cuando más se fuerza la máquina para llegar a todos los pedidos que se realizan, tanto las tiendas especializadas como las clientas particulares”.

“El proceso artesanal -explican- empieza con la selección del pelo. En este caso tenemos que acudir a los mercados hindús, ya que son los que tienen stock de pelo y es el más parecido al español por su calidad. Una vez tenemos el pelo en Valencia, le damos el color que nuestras falleras necesitan y lo pasamos al taller de confección. Allí se cose el pelo, que luego se montará en las mallas. Este proceso acaba con el almacenamiento de las mallas, que posteriormente emplearemos tanto en moños cosidos como en las trenzas sueltas que utilizan nuestros estilistas en Valencia”.

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