AL más puro estilo de la Cubana, Jordana hizo de las suyas desde el mismo momento de su comienzo, ya que a los asistentes les "obligó" a pasar por un arco detector, lo que originó largas colas a pesar del frio intenso que “caía” a esas horas en Ribarroja.
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El tema desarrollado se centraba alrededor de esa capacidad que el fallero tiene para la transformación y no dejó títere con cabeza, a pesar de que este año han estado muy comedidos. Su larga experiencia teatral le dio pie para un montaje complejo con una escenografía perfecta en la que han expresado a la perfección esa transformación del “entrepán” al restaurante, de la estoreta a las fallas gigantes y de los falleros de comisión a los falleros de convivencia. Como ellos expresan que los trabajadores y amantes de la fiesta eran gente normalísima y que han probado el elixir de la gloria fallera, la que se ha transformado en personas que, gracias a las fallas, se han ido haciendo un hueco en la sociedad valenciana.
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Bajo la dirección de Paco Pellicer, la comisión entera ha sabido expresar con claridad el tema abordado en dos partes perfectamente diferenciadas por un “conato” de incendio el cual hizo desalojar la sala, para en la segunda parte entrar en la presentación propiamente dicha de su fallera mayor, Miriam Portolés.