Las luces del escenario iban dando el protagonismo merecido a los músicos que acompañan en el espectáculo a Paco de Lucía. El maestro sabe como honrar a su público, gracias a su música ha dado la vuelta al mundo y ha sido todo un privilegio que guardase fecha en Valencia para ofrecer su arte. En la explanada de Viveros no quedaba libre ni una localidad, mucho público estaba sentado pero otros tantos tuvieron que saborear el concierto de pie.
Paco estuvo acompañado por cantaores y palmeros como Duquende (gitano catalán), cajón, guitarra con la que realizó un duelo, bajo, armónica con la que demostraba cómo abre puertas a nuevos sonidos y el baile de “El Farru” (hermano de Farruquito) que conquistó a todos por su gran profesionalidad; su fuerza con el taconeo fue tal que recordaba a la traca final de una mascletá. Además cumplía años y tuvo de regalo unas pequeñas notas musicales con el cumpleaños feliz.
Rodeado de los más grandes del mundo del flamenco, el virtuoso de la guitarra cautivó con su presencia e inspiraba el máximo respeto a un público que con un silencio sepulcral escuchaba sus bulerías, alegrías y, en resumen, su arte escénico.
Homenajes implícitos al gran Camarón de la Isla, una canción de su hermano Pepe de Lucía. Con bulerías, alegrías y soleás el puro flamenco consiguió crear una atmósfera cautivadora irrepetible.
Tras más de dos horas de intenso concierto Paco de Lucía, junto a los músicos, salía de nuevo al escenario para cerrar la noche con el éxito que le abrió las puertas de más de medio mundo “Entre dos aguas”. Se abrió el foso al público, todos en pie, miles de cámaras grabando al maestro y la música con más sentimiento como protagonista.
El público valenciano que acudió al concierto puede considerarse como un gran privilegiado ya que vivir el directo de Paco de Lucía y además, en los Jardines de Viveros, supone una vivencia inolvidable para una noche perfecta, en la que consiguieron hacernos ver el verdadero duende. El público, más que satisfecho, se iba del recinto diciendo “Después de esto, ya no hay más...”
Si el aplauso es el mejor reconocimiento que unos artistas pueden llevarse de su público, el que tuvieron ayer les consagra como verdaderos genios del arte flamenco.
Fotos: Lázaro de la Peña