"Mi padre era fallero de todas todas. Antes que llegara cualquier trabajador él ya estaba en el taller. Era un hombre que las fallas le llevaban de cabeza". Así define Carmen Mas a su padre, Regino Mas, el artista más venerado e importante de la historia del arte efímero.
"La gente -explica- se pensaba que la plantà de la falla era una fiesta; para otros era una fiesta pero para él era un compromiso muy grande. No había grúas ni nada de eso, y la falla pesaba mucho, había que levantarla al tombe, con cuerdas desde los balcones. Pero todo salía bien".
Carmen recuerda a lo largo de la entrevista las fallas que Regino plantó en el Mercado Central o en Convento Jerusalén, donde le nombraron "San Regino Mas, vistiéndose de frailes y haciéndole el nombramiento".
Sobre el fuerte carácter de Regino subraya que la razón era que "quería que todos supieran lo mismo que él. Yo le decía "si todos supieran lo mismo que tú, no serías tú". Lo mismo renegaba que igual les hacía una fesolà para comer todos en casa, que estaba arriba del taller". Y es que la familia se trasladó de Russafa a Benicalap siguiendo la pasión fallera del maestro.
Regino fue un gran aficionado al fútbol, pero aquello en lo que siempre puso su mirada fue la falla, tanto el monumento como el devenir de algo que es más que una fiesta popular.
La hija de Regino Mas ofrece detalles sobre una de las creaciones de su padre, la Ciudad del Artista Fallero, y habla de los amigos y los enemigos. "Cuando comenzó la Ciudad Fallera gente le decía que no podía ser, que cómo se iba a hacer. Muchos decían que no se haría, pero al final se dieron cuenta de que sí".
Los lectores de Actualidad Fallera podrán encontrar la entrevista íntegra en el ESPECIAL PREMIOS 2009, que saldrá a la venta el día 17 de marzo.