Y es que todo sigue igual, la misma rutina, el mismo proceder año tras año y el mismo aburrimiento de una gran parte de los asistentes que fuera de ir a ver y acompañar a su fallera, lo demás les deja tan fríos como un témpano de hielo.

Hablando con algunas de las personas allegadas al colectivo, he podido comprobar que en una gran mayoría se produce este mismo efecto y que cada vez la exaltación de la Fallera Mayor de Valencia se aleja más de una verdadera exaltación. Porque, si en el mismo acto de cualquier comisión se monta un “apropòsit” para su fallera mayor, no se entiende como en la más importante se obvia completamente esta importante parte. Así ocurre lo que ocurre. Y si no, fíjense en lo acaecido este año en la de Gloria Martínez. No he encontrado ni una sola persona que me hablara de la calidad del espectáculo presentado, mientras que la gran mayoría sí que ha criticado hasta la saciedad la intervención de Pepe Sancho. Hasta nos ofrecían titulares para nuestras columnas de opinión: “Valencia 0-Arezzo 2”. Y todo ello a pesar del raquítico resultado de la intervención de Amedeo Carboni, que se marcó un farol saliendo sin papeles y se vio acorralado por la presión de lo que tenía delante, no siendo capaz de seguir el guión que previamente había escrito. Flores a Rita, agradecimientos a ella y a Manolo Más, y palo camuflado a los dirigentes del Valencia CF. Pero claro, una estrella mediática del primer equipo de la ciudad no podía ser obviado por los peques, que llevan los colores blancos en su corazoncito.
Esos dos tantos que el italiano le marcó al de Manises los vieron el 99,9 de los asistentes. Desde el primer momento, con el juego de los papeles de Enrique IV, empezaba un “viva yo y mis éxitos” que la gente captó al instante. Sus dotes interpretativas tan sólo sirvieron para “rellenar” su actuación, al margen de sus maneras al salir a escena y la subida de pantalones instantes antes de comenzar su disertación -ver foto-.
Y es que parece ser que lo que cuenta aquí es la historia de las Fallas, la descendencia o parentesco con familias falleras, las raíces o profesión del mantenedor y el agradecimiento a quien le dio la oportunidad de dirigirse a los falleros. Y es que nadie piensa que el público que tiene delante es fallero en su gran mayoría, que conoce perfectamente la historia de las Fallas, los platos típicos de la región, etc., y le importa un pito lo preparado que esté el mantenedor en su propia profesión. A ver cuándo se dan cuenta de que allí lo que se ha ido a exaltar es a la Fallera Mayor y que es a ella a quien deben dedicar el 90% de la glosa y el otro 10% a su Corte de Honor.
Si analizan los últimos discursos de los mantenedores, verán que el tiempo dedicado a la glosa no pasa del 20%, por decir algo, lo que nos lleva a la conclusión de que la gran mayoría no tienen ni idea de a lo que va.
No sé si atreverme a extender mi crítica a las personas que los eligen o a los que no les ponen en antecedentes del acto en sí, del público que tienen delante y de lo que prima sobre cualquier interés del nombrado por dar una cátedra o contarnos su currículum vitae.
Con los dedos de la mano se podrían contar los mantenedores que han sido capaces de sacar adelante una buena glosa, de no pasarse en los tiempos idóneos y de “enganchar” al respetable. Y la verdad es que tampoco resulta tan difícil, y si no que acudan a determinadas exaltaciones de ciertas comisiones falleras donde hay verdaderos maestros. Y no hay que ir rebuscando en el baúl de los recuerdos.
Si fuéramos capaces de ir puliendo este punto y los espectáculos se ciñeran un poco más, a buen seguro que los resultados podrían ser más que satisfactorios para la gran mayoría. Porque, posiblemente, existan personas o empresas capaces de ofrecer algo mucho más atractivo sin tener que aumentar esos ya elevados presupuestos. Porque, posiblemente, habría que levantar un poco más la mirada cuando se intenta encontrar personas idóneas que produzcan ese tipo de espectáculos. {moscomment}