Miguel Ramón Izquierdo nació en Valencia en 1919. Licenciado en Derecho, entre 1963 y 1966 ocupó la presidencia del Sindicato Provincial del Metal, introduciéndose de lleno en el mundo de la política en la década de los 70.
Alcalde de la ciudad desde 1973 á 1979, puso la primera piedra y fue un auténtico valuarte para que se edificara el edificio gremial del colectivo de artistas falleros, bajo la presidencia de Vicente Tortosa Biosca.
Padre de seis hijos y abuelo de doce nietos, fue presidente de su comisión, Azcárraga-Fernando El Católico, de la que era miembro desde hace 58 años, en el ejercicio de 1948. En su andadura como presidente nato de Junta Central Fallera siempre intervino en plenos y asambleas, ejerciendo el cargo los últimos meses de legislatura por la dimisión de Ramón Pascual Lainosa.
Durante sus seis años como alcalde el artista Vicente Luna fue el encargado de realizar las fallas de la por entonces plaza del Caudillo. Carmen Jarabo, Macarena Cañamás, Carmen Serratosa, Teresa Martínez-Hueso, Ángeles Vidal y Luz Fos fueron sus Falleras Mayores.
En el número de junio del pasado año fue el protagonista de nuestra sección "Biografía de un "crac", de la cual reproducimos a continuación algunos pasajes.
"En su época las elecciones de las Cortes de Honor se hacían en el pabellón que la Junta Central Fallera tenía instalado en el Paseo de la Alameda durante la Feria de Julio.
Las elecciones eran tan democráticas como ahora, se presentaban por solicitud todas las candidatas de las casi 300 comisiones que entonces existían, las que querían presentarse, y un jurado elegía las doce. Sólo la elección de la Fallera Mayor de Valencia quedaba bajo la responsabilidad del alcalde.
Es conveniente conocer los criterios por los que entonces se elegían tanto las cortes como las Falleras Mayores, ya que se tiene el convencimiento que prevalecían ciertas influencias.
Siempre intervino la picaresca, el destacar con algo en el desfile para llamar la atención, el que un concejal tuviera interés y buscara enchufe en el jurado, pero en definitiva siempre se buscaban señoritas bien presentadas y con ciertos visos de educación, sobre todo las falleras mayores.
Respecto a la fiesta, seguramente serían distintos los problemas que plantearía al consistorio, respecto a los que se difunden hoy en día como las molestias, ruidos y quejas que se vienen repitiendo cada año.
La fiesta nunca dio problemas a la ciudad, en absoluto, pero las fallas apenas han cambiado, siguen igual, solo el boato y la presencia de la mujer han incidido respecto a los años setenta. Su protagonismo creo que es bueno para las Fallas.
Tal vez los cambio habría que buscarlos en otros factores al margen de cómo se vienen produciendo ahora, tanto en estructuras como en funcionamiento.
Las fallas ya no viven del vecindario, ya no hay vecindario. La apuntà y la arreplegà son costumbres antiguas que se han quedado como símbolo, pero que solucionan bien poco las economías de las comisiones, son los falleros y falleras, núcleos familiares, los que las mantienen.
Hay que señalar también cambios que hacen que se puedan mantener los presupuestos que hoy se manejan, tanto en falla como en fiesta popular.
Los casales, por ejemplo. Antes no existían, nos reuníamos en el comedor de cualquier casa particular, en un bar o en la antesala de un comercio, no teníamos más que cacao y vino tinto como mucho. Ahora, lo que yo llamo "els festins de Baltasar", hace que cualquier acto se convierta en una comida o cena para todos".
La misa de Corpore Insepulto se realizará el mañana miércoles a les 12 horas en el tanatorio municipal. Descanse en paz.