Carro vacío

Julio okSi existe una reivindicación histórica entre el colectivo fallero, es sin duda alguna la de desterrar del vocabulario el concepto peyorativo que se le aplica desde tiempo inmemorial al término ‘fallero’. Una constante en nuestras administraciones, que contagia sin pudor a quienes desconocen la realidad económica de la fiesta, o sencillamente se aprovechan de ella.

Son demasiados años en los que el colectivo fallero sufre una lacra, que aprovechándose de su carácter festivo, ningunea una realidad económica que a poco que uno llegue a saber sumar con los dedos, puede entender sin mucho enfuerzo.

Estamos en un momento crucial para la fiesta. Saliendo de un oscuro túnel que viene mermando su economía desde hace más de una década. En plena ‘burbuja económica’ gracias a la labor ímproba de quienes aguantaron el tirón y siguieron pagando cuotas sin recibir nada a cambio, con la mirada en las Fallas de 2022 y un futuro incierto que presagia precariedad o ruina de una economía silenciosa que depende de la fiesta. Nacida del trabajo diario de miles de falleros cuyos bolsillos soportan la razón primaria de profesionales en diversos sectores, que sin esta ‘fiesta’ sus empresas se verán seriamente dañadas, porque para ellos, somos sencillamente falleros.

Ante esta tesitura, falleros y falleras, responsables directos en fechas concretas de llenar bares, restaurantes, hoteles o trasportes, tiene que escuchar de boca de los directos beneficiados de su trabajo, que no es ahora el momento para aquello que reivindican históricamente. Un pequeño porcentaje que poder reinvertir, curiosamente, en aquello donde quienes lo niegan se benefician.

Además, tienen la flema de comenzar un manifiesto hablando de que el sector turístico ha sido el que más ha sufrido durante la pandemia, olvidándose de que lo que más ha sufrido realmente es la economía familiar de cientos de familias con salarios ya ajustados antes de la pandemia, y que a pesar de ello, salieron enloquecidos de sus casas tras el confinamiento, para precisamente acudir a sus empresas. Esas mismas familias, como esos autónomos o pequeñas empresas, que subsisten gracias a la fiesta. Un sector turístico que por la parte que concierne al fallero, revitalizan cada año con aquello que mejor saben hacer, su fiesta. Esa fiesta que les llena los bolsillos sin que les cueste literalmente un euro.

Esos mismos falleros asumen ya, como los visitantes, una ‘tasa turística encubierta’ que aplican cada año cuando suena el primer petardo. ¿Acaso cuesta lo mismo una cerveza en febrero que en marzo? ¿O una habitación de hotel?

Menudo cuajo hay que tener para encima vanagloriarse de 1.200 firmas en 24 horas, ¿contamos cuantos ‘promotores’ por la cara tienen ustedes sólo en Valencia capital? Se los digo rápido, un núcleo estable de cerca de 100.000 falleros, que deberían salir beneficiados de esa tasa turística, para con ella, ellos son así, no como ustedes, invertir de nuevo en generar riqueza, por ejemplo en esas fallas que atraen a los turistas y a día de hoy tiene un coste superior al 30% respecto a 2020, o esas mascletàs que hacen que sus terrazas sean el punto de reunión previo para posteriormente acabar comiendo en sus restaurantes, pedir que les traigan la comida o dormir en sus hoteles. ¿A quiénes les falta sensibilidad?

Recordemos que su agosto, en la ciudad de Valencia, se llama marzo, ahí está el histórico de ocupación, sus propios informes post Fallas, y un impacto económico incuestionable.

El cinismo llega a tal sin razón, que argumentan para su negativa, una hipotética reducción de la competitividad, mientras curiosamente en Madrid, donde el turismo supone un 7% del PIB total de la Comunidad, el coordinador de Turismo de Madrid Foro Empresarial pide a la administración madrileña la implantación de una tasa turística, precisamente para reinvertir y aumentar la competitividad con las grandes ciudades europeas. Dejémonos de verdades a medias y hablemos de los números que aporta esta tasa en Baleares, Cataluña, o en media Europa.

Dejen señores y señoras de la administración de discutir entre ustedes y eviten este descalabro económico que viene generando este continuo ninguneo.

Los falleros, esos a los que ustedes menosprecian, han demostrado en una mesa de seguimiento sin intermediarios políticos, cara a cara con la administración, ser más resolutivos que muchos de ustedes, porque profesionales hay en todos los sectores, también dentro del colectivo fallero.

Sigamos por esta línea. Sentemos a estos empresarios, que si contaron con ayudas, frente a quienes les llevan los clientes desde sus precarios bolsillos, y hablen de números, porcentajes adaptados por distritos, sectores, o lo que sea menester, pero lleguemos a una conclusión.

Es hora de dejar de aprovecharse del trabajo de los falleros sin contraprestación alguna.

Yo digo: SÍ a la Tasa Turística #ahoraeselmomento.

Braulio okNunca fui partidario de ser incluido en ningún jurado, sobre todo después de serlo de Corte de Honor de FMI de Valencia y experimentar esa sensación que te queda después de observar la frustración en los rostros de aquellas niñas que quedaron atrás.

Año tras año, después de casi 30, vengo observando el comportamiento de aquellas comisiones falleras que se quedan a las puertas del cetro principal, el palet con el 1, y de que la tónica general sea la frustración total y el rechazo hacia esas siete personas que componen el jurado, incluyendo, a veces, improperios, y algo más, hacia quien consideran "culpable" directo del hecho en sí.

Por eso no entiendo bien ese afán de pertenecer a ese tribunal que juzga un trabajo tan importante y complejo. Y no lo entiendo porque es imposible que una persona de a pie, por muy fallero que se considere y por muchos años que lleve en este meollo, por regla general, no conoce a fondo los diferentes valores que conforman un monumento, que es arte puro, por muy efímero que resulte.

Son tantos los matices a juzgar y tantas las obras a comparar que es necesaria una gran preparación y una capacidad impresionante para poder ser ecuánime.

Podría llegar a imaginar que para alguno de esos miembros que no contará con esa preparación, no debiera ser de vital importancia el resultado y que esas décimas no concedidas o excesivas, perjudicaran o beneficiaran innecesariamente aquellos que han trabajado y esforzado durante todo un año.

Esfuerzo, cariño, dinero, responsabilidad y muchas más cosas son las que esas directivas, esos falleros, han invertido como para que después alguien sin esa comentada preparación venga a frustrar sus sueños.

Por eso sigo sin entender que no se haya puesto remedio a esta situación, que alguien o “alguienes” no hayan pensado en una solución definitiva.

El papel de Junta es difícil al tener que buscar personas para tanto jurado como se necesita, consecuencia esta de abarcar tantos frentes.

Pero lo que sí habría que diferenciar son las distintas "competiciones" organizadas por Junta, y por otra lo de juzgar esas obras de arte que necesitan de grandes inversiones y mucha responsabilidad.

Y no me digan que el seguir contando con los que lo llevan haciendo años es la solución, porque, entre otras cosas, los cambios naturales y el avance de las técnicas utilizadas son una constante y para juzgarlo es necesario tener también la preparación aludida.

Esta es mi opinión, mis excusas si no fuera la adecuada.