Hemos conseguido un sueño más. Gozamos ya de unas fiestas reconocidas por la UNESCO. Todos en general parecemos contentos, prueba de ello son los documentos gráficos que existen, donde todos saltan de alegría, todos se abrazan y se felicitan y pregonan al unísono su desbordada satisfacción.
Pero, señores, ¿qué va a significar todo este reconocimiento? Pues ya se lo empiezan a imaginar. Si somos Patrimoni, hemos de estar a la altura y para ello hay que empezar a trabajar desde el propio colectivo y las entidades oficiales.
Unas fiestas de semejante reconocimiento mundial hay que atenderlas, hay que moderarlas para su perfecto funcionamiento, sin olvidar el apoyo que se merecen.
No es lógico que la Generalitat, por ejemplo, esté al margen de la fiesta y lo que conlleva, como prácticamente lo ha estado siempre. Pero ahora ya no hay vuelta atrás, hay que involucrase y participar en ella. Sabemos de las gestiones que se están haciendo por parte de diferentes mandatarios del colectivo y eso es bueno, porque, por si no quieren darse por enterados, ahí están los falleros que deben recordárselo y exigir esa involucración, que debe tener, por lo menos, dos líneas: apoyo como institución valenciana ante otras instituciones nacionales y apoyo crematístico, ‘la pela’.
Es necesario que se contemplen ya unos presupuestos económicos para subvenciones y apoyo a las más de 800 comisiones de falla que tenemos en la Comunidad Valenciana.
Diputación también debe rascarse más el bolsillo, no basta con esos doscientos y pico euros por comisión, contando con el incremento hecho este ejercicio. Claro que es de agradecer, pero son cantidades muy por debajo de lo que se merecen los responsables de una de las fiestas más importantes del mundo.
No nos olvidamos del Consistorio, desde donde se obtiene apoyo en infraestructura y aportación económica. Faltaría más, pero eso, señores políticos, no es suficiente cuando conocemos esas cantidades impresionantes que se generan, multas a veces injustificables, impuestos, etc. Si comparamos en porcentajes las subvenciones para otras fiestas, la cifra resulta muy baja.
También la JCF debe de atarse los machos. Fallos como los que se han cometido en FITUR este año no se pueden volver a repetir. Si no se está preparado, pues esperamos un año más, pero lo que no se debe repetir es la imagen que se ha dado, ni perder la ocasión de una promoción adecuada como, por ejemplo, ha hecho la fiesta hermana de Alicante.
Tampoco desde la JCF se pueden permitir los errores cometidos que han dado la vuelta por casi todos los medios de comunicación nacionales con temas como los de la imposición en el vestir de nuestras falleras. Ni que decir que esas promesas hechas desde la directiva deben cumplirse a rajatabla y obviar los enfrentamientos tan beligerantes que están ocurriendo en las Asambleas. Entendemos la ideología desde la que se dirige, pero la fiesta debe seguir sus cánones evitando en lo posible situaciones radicales, por un lado y por el otro.
Señores, nos observan, seamos prácticos y leales a los principios de esta magnífica fiesta, olvidemos lo sucedido estos dos años y centrémonos en hacer las cosas bien a partir de ahora.