El año fallero ha sido hasta el momento sólo política. Por más que se empeñen los nuevos responsables a cargo de la fiesta en decir lo contrario, y por más que se quiera relativizar todo. Sólo hemos hablado de política, porque todo ha sido política.
La novedad ha sido grande, las cosas como son. Tras veinte años de gobierno Popular, cambiaba el color político en el Ayuntamiento de Valencia, y por lo tanto en las Fallas. El concejal y presidente de la Junta Central Fallera es político, y no se puede jamás olvidar. Quizá antes, por el continuismo o por vete a saber qué, no quedaba tan evidente como ha quedado este año en muchas ocasiones, pero es así. Y muchos se han dado cuenta de ello.
La trinchera del politiqueo ha estado abierta desde el mes de mayo. Las idas y las venidas de estos primeros meses de Compromís al frente de la fiesta fallera han sido ajetreados. Fuset ha convertido en su “Grial” la consecución de la declaración de Patrimonio Inmaterial de Humanidad. Es su objetivo primordial y así se nota en cada palabra, en cada gesto, en cada novedad que se introduce en el continuo de la fiesta. Como la imagen gráfica, que no cartel, de las Fallas 2016. A este respecto, les ruego que me dejen hacer una consideración. Independientemente de si la imagen está o no lograda, si los “carteles” son o no falleros, o si la comunicación entre emisor y receptor es buena o se diluye, hay algo todavía más importante: la libertad de expresión. A quien suscribe le parece que se está estableciendo una especie de escudo, voluntaria o involuntariamente, alrededor de todas las acciones de la concejalía de Cultura Festiva. Si te gusta, fantástico; si no te gusta, o eres un “hater”, o de la oposición, o no eres moderno, o lo haces por atacar a los que mandan. Y oigan, de eso nada.
Los carteles de fallas de anteriores años han sido, casi sin excepción, criticados hasta la saciedad por muchos que también han criticado los presentados el mes pasado. Es que si algo no gusta, pues no gusta. Ahora bien, querer tender al pensamiento único, a que si no estás en “el rollo” eres un outsider en la nueva fiesta que llega, me da repelús. Ahí lo dejo.
Política. Todo ha sido y es política. Y el segundo ejercicio de legislatura, desde su inicio, tiene pinta de seguir por los mismos carriles. Entonces veremos cómo se desarrollan los acontecimientos.
Hasta aquí servidor de ustedes hablará, por este año fallero, de política. Ahora quiero hablar de lo que va esto, que es de fiesta, fallas y Valencia. Quiero hablar de mi fiesta y no de otras cosas. Y quiero ver si en mi fiesta todo va a ser igual en la calle, si las fallas van a tener la fiesta en paz o si los nuevos tiempos traen piedras en el camino.
Pero por encima de cualquier otra cosa, quiero ver las fallas en la calle y brillar, estar a la altura de lo que seremos el año que viene. Patrimonio de la Humanidad. Porque lo seremos, y no porque nuestra imagen sea mejor o peor, no. Lo seremos porque los miles de falleros que pagamos cuota y plantamos falla hacemos la mejor fiesta del mundo. Los falleros somos maravillosos por mantener esta fiesta donde está. Aunque eso no necesitamos que nadie nos lo diga. El que es fallero lo sabe.