Comienza un nuevo curso, volvemos de las fiestas para comenzar el ejercicio fallero, y parafraseando a mi compañero el pasado mes en esta misma atalaya festiva: “Ahora sí que empieza lo bueno”.
Aunque como pasa siempre hay hábitos que no cambian, y en el pleno de constitución de la nueva JCF Incidencias la volvió a liar. No criticaré yo su trabajo, que bastante duro y desagradable tiene que ser a buen seguro en ciertas ocasiones, pero la realidad es la que es, y mientras no se cambie ese reglamento obsoleto y alejado de una visión actual como nos decían, poco podrán hacer, ya que de pasar a mayores como hemos podido comprobar, la justicia ordinaria desmorona los procederes. Pero claro, esto depende de un Congreso Fallero y en este caso con la Iglesia hemos topado. Perdón, ahora a la Iglesia ni mentarla.
Nunca es el día, ni Asamblea adecuada. Yo no quiero ser malo ni pensar que volverá a pasar otro ejercicio en blanco, y ya para el próximo, cuando las elecciones se avisten en la lontananza, se venda el producto a bombo y platillo recuperando de paso aquello del “Institut Municipal de Cultura Festiva” donde poder colocar a los correligionarios y así perpetuarse al frente de las fiestas.
Es lo que tiene la política. Hace apenas un año prometían mayor autonomía fallera, democracia festiva creo que lo bautizaron, y ahora es el concejal quien elige también, venda como lo venda, la falla municipal y a las Falleras Mayores si le dejan, y eso que la Asamblea iba a ser participativa, abierta al diálogo, y donde las ideologías quedarían en la puerta.
Pero “Donde dije digo, digo Diego” y ahora sí interesa la política de escaparate que antes se criticaba. Esa imagen “popular” cuya palabra era tan demagógica si venía de las instituciones por mostrar connotaciones populistas que hubo que cambiarla. Ahora lo “popular” es “fer comboi” y batir el récord de altura de la falla municipal con 200 braceros, esperemos que todos legalmente establecidos, para que la fotografía sea un reclamo perfecto. Por Valencia y por las Fallas, o quizás por la concejalía y el patrocinador cervecero de cabecera. Mientras tanto el gentío, en genuflexión paternalista, degustará nuestro icónico plato internacional que tan buena publicidad ha generado en redes, mientras se callaba cuando la TVE mostraba a 3.000 chinos comiendo arroz con cosas bajo el nombre de paella. Extraña dualidad.
Ahora hay que amortizar el esfuerzo, y escudándonos en un acto de noble fondo, explotar a la arrocera recuperando las herramientas Lizondistas, e inscribirnos en el Récord Guinness a cambio de “regalar” una campaña de publicidad de primer nivel. Como en el caso de la cervecera, o el convenio con TVE, supondrá por un lado un buen rédito político, aunque de momento sea a ingreso cero en el presupuesto fallero, algo que me lleva a una pregunta: ¿estarán los falleros pagando indirectamente la campaña de imagen a la concejalía? El caso es que la gestión prometida en nuevos ingresos atípicos supone hasta la fecha que Valencia ciudad, con unos 100.000 falleros, casi 400 comisiones falleras, un presupuesto directo de casi dos millones de euros y en puertas de la UNESCO, tenga en su balance unos ingresos inferiores por patrocinios que la fiesta hermana de San Juan, con menos de un tercio de su presupuesto. Ver para creer.