Los meses pasan rápidamente y cuando nos hemos dado cuenta hemos plantado y quemado falla. Ha pasado un ejercicio con velocidad galopante y con el añadido morbo que generan los nuevos gestores de la fiesta y su forma de actuar.
El pasado ejercicio, tal y como en muchas ocasiones se ha dicho, era compartido con la gestión anterior que servía, en ocasiones, de excusas para argumentar decisiones y continuar con la línea continuista de los últimos ejercicios. Pero a partir de ahora, ya no vale. A partir de ahora la plena gestión es de los responsables actuales.
Y empezamos ejercicio con diferentes frentes abiertos, unos que nos agradan más y otros menos, pero empecemos por las buenas noticias como la oficialidad del Museu Faller y su reconocimiento como tal. Que los primeros pasos de este proceso lo iniciaron los responsables anteriores no hay duda, realizando el trabajo necesario para cumplir los requisitos del objeto, pero que finalmente el equipo del concejal de Cultura Festiva, Pere Fuset, ha acelerado más si cabe el mismo, también es una realidad y tan sólo en pocos meses el Museu ya es oficial. Independientemente de los dimes y diretes podemos contar con la gran satisfacción para el colectivo de contar con la oficialidad del mismo.
Las fallas municipales 2017 han sido noticia, y vaya si han sido noticia. Bueno, más que las fallas, los proyectos municipales. Unos proyectos que han dado mucho que hablar y que a priori no convencen a una gran mayoría del colectivo fallero, tal y como se ha expresado en redes sociales. No vamos a poner en duda la gran valía de Manolo García y su equipo de colaboradores, pero lo que es cierto es que “Ca la Trava” ha recibido más opiniones críticas que elogios, lo que ha hecho que hasta el propio artista manifestará la necesidad de que se confíe tanto en él como en su proyecto. Tres cuartos de lo mismo ha ocurrido con el proyecto infantil de Anna Ruiz y Giovanni Nardín. Todos conocemos su estilo de hacer falla y su forma de entender la misma, el problema reside en si su concepto será entendido por la mayoría del público, que parece ser que no va a ser así. Sin duda, la primera prueba de fuego del concejal Fuset donde puede que el fuego no le sea tan purificador.
Y cambiando de tema, llegaron los cambios a Junta Central Fallera. Nuevas incorporaciones que para variar llegaron también acompañadas de polémica. Y la verdad, una polémica que a mi entender no tiene ningún sentido. Hay que poner en valor la gran labor realizada a lo largo de los años por toda la gente que ha estado en Junta trabajando como jabatos por nuestra fiesta. Pero ello no quita para que se incorpore gente nueva, gente con ganas y dispuesta a mostrar y trabajar por lo mismo que durante años han realizado los presentes. Una polémica sin fundamento intentando buscar el “argumento político” como espada para confrontar a los diferentes sectores. Y es que señores, la confrontación porque sí no es nada sana para nuestra fiesta, ni para nuestra fiesta ni para nada en general.