Echando un vistazo por nuestras queridas redes sociales me sorprendí diciendo una frase que suele ser recurrente en mis conversaciones: “parece un guion de falla”.
Lo sorprendente de esta socorrida expresión es que la utilicé para referirme al mundo de las Fallas en sí mismo. Esto me llevó a pensar en que hemos acabado siendo un ninot de nosotros, una caricatura, como si el actor acabara siendo el personaje (cosa que como ya hemos visto no suele finalizar muy bien). Las caricaturas, y más si de fallas hablamos, suelen resaltar los aspectos negativos o satíricos transformando una parte en el todo. Lo que quieren decir estas frases tan farragosas es que hemos aceptado como estandartes a nuestros propios estereotipos.
No hay imagen que lo ilustre mejor que la foto que fue origen de todo esto: se trataba de una bonita imagen en cuyo pie de foto se podía leer que la falla había sido galardonada con un segundo premio de sección, primero de Ingenio y Gracia y el Mejor Ninot de Sección. La composición de la foto constaba de un fondo en el que se podía adivinar la parte trasera de la falla premiada, ya que se situaba en primer plano quien se supone era la fallera mayor en el centro de la fotografía. En resumen: esto es como si en la foto de un equipo de fútbol que ha conseguido la Liga, la Champions y la Copa se pusiera en medio, en primer plano, el árbitro del partido. Yo sé que mi planteamiento de las Fallas no es el más popular, pero no debemos olvidarnos del origen. Te das cuenta de que esto sólo puede ser un guion de Berlanga cuando ves a toda esa gente que se definía como puristas, ortodoxos o friquis, cayendo en lo que más cómodo y atractivo resulta: formar parte del remate de esta falla, transformándose en ‘monumentalistas’ con toda la caricatura que este apodo conlleva.
No quiero ser el típico cenizo que dice “todo mal, todo mal”, pero creo que sólo si somos conscientes de nuestros dejes podremos abordarlos. No pararé de repetirlo: las fallas somos mucho más que moños, altavoces y vasos de tubo, pero siempre acabamos vendiendo eso y al final terminamos pillándonos los dedos con la puerta, entrando en un bucle en el que mostramos lo superfluo al gran público y terminamos valorándonos tan sólo por ello, al estilo ‘Efecto Pigmalión’.
Como propuesta loca, sería divertido que en la próxima Exposició del Ninot encontráramos ninots de falleros y falleras reales, es decir de nosotros mismos, para poder quemar aquello que representa el pasado, lo que queremos cambiar para poder pasar al siguiente ejercicio renovados.
Siempre acabo con el mismo leitmotiv: rajada, propuestas locas y discursos utópicos. No sé, quizás podría hacerme un ninot de mí mismo, al fin y al cabo… serán cosas de la edad.